De hecho sin bautizar nuestros odios, no podemos convertirlos a una condición de díalogo que debemos hacer con nostros mismo y con nuestro ambiente de prójimo mundial y globalizado. Dios mío, al menos que el mundo global tenga de nuevo a nuestros hermanos y hermanas y nosotros no vivamos en odios carentes de transformación sacramental o mitológica. Lo ritualístico de la vida conlleva el llevar a cabo una fórmula de cambio mágico y antropológico con respecto a nuestras energías de odio, amor, cariño y alteración de la conciencia. Toda connotación sensible conlleva un hecho revolucionario de cambio de generación en generación. El hombre tiene el derecho de entrar en rebeldía contra lo antisignificativo y anti connotativo. Existir a partir de una errada simbolización de compra y venta, parece robar lo espiritual en el ser humano. Lo roba y lo intenta desgarrar, al cosificar la aspiración humana y en forma atea y materialista. Occidente corre el riesgo de convertirse en la cultura más anti religiosa del mundo. Además la mas superficial y acéfala por cuanto accepta el grado en que el hopmbre destituye sus avatares del conocimiento y de la historia, para vivir en forma atomizada el instante propio. Un instante que continuamente existe sin puentes hacia el pasado y sin carreteras hacia el futuro. Un ser unidimensional se genera a partir de esa atomización. Un espíritu estrujado pues entre el vacío de la no historia y una nada de la no existencia. Consecuentemente aumentan los estados de pánico pues siempre parece que se está a punto de caer de un pricipicio alto hacia una negación de un estar aquí y/o estar adonde, como entidad sensible de la conciencia.
Ese ser atomizado y estrujado eventualmente recurre a drogas altamente adictivas para forzar un alivio através de una negación de tanta ausencia de validez en la vida, tanto personal como social. Podemos decir que el progreso excluyente aumenta el nivel de estrujamiento y negación de lo que es propamente humano. En un trabajo del año pasado escrito por Bernard Umbrecht sobre las críticas que hace Monseñor Reindhard Marx, arzobispo de Munich, del reinante sistema económico mundial (Monde Diplomatique Abril 2009) encontramos que aún en un país como Alemania que estña altamente industrializado, se ha logrado aumentar la desocupación y la porbreza. La Iglesia protestante de Alemania mantiene que una rentabilidad financiera del 25 % es producto de la idolatría. Es confundir a Dios con el Dios dinero.
La nueva economia parece hacer eco de Calvino mismo y de sus enseñanzas adonde el rigor, el trabajo y la dedicación pueden suplantar el hecho de la justicia. El puritanismo no puede ser un sustituto que justifique la negación de lo connotativo y significativo de la vida humana. No se puede existir en incertidumbres repletas de lo impredecible sin amenazar la urdimbre de la sanidad humana y su vocación hacia la santidad.
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