Rodease en la cumbre Saturno, Padre de los Siglos de Oro, Tras el la muchedumbre del reluciente Coro, su Luz va repartiendo y su Tesoro.
Estas palabras escritas por Fray Luis de León en el siglo 16, nos podrían recordar de esa Costa Rica de 1950 a 1978, que muchos recordamos con gran apego. No existía casi el crimen, ni la corrupción como tampoco costumbres basados en ausencia de moralidad o de virtud. El surgimiento de grupos minoritarios dentro de una democracia más explícita, no puede encubrir el hecho que hemos también sufrido el abrir de puertas a costumbres contrarias a nuestra humanidad. Creo que la violencia en las calles lo es, especialmente contra ancianos y niños. Eso no ocurría en esos años dorados de la social democracia costarricense. Tampoco con la democracia cristiana. No ocurría en Costa Rica. Éramos una especie de paraíso, quizás torpe, quizás carentes de una sofisticación ideológica y filosófica, pero aun así un pueblo capaz de afrontar sus problemas y llevar a cabo un hecho de la civilización humana.
No se puede negar que hemos mejorado tambien. Más existen deterioros que han logrado convertirse en incompatibles con la vida ciudadana a su vez. Quizás vendrá un periodo de resurgimiento de nuestros símbolos de país y un volver parcialmente a una condición de mayor virtud que la actual parece caracterizar al país. Esperemos que así seá pues, hay momentos en que no se puede llegar a tolerar ciertos niveles de deterior. En la teoría de caos psicológica, se mantiene que ciertas condiciones dan lugar a cambios sean desastroso o beneficiosos. Es necesario cuestionar si el país va en la dirección de lo desastroso o lo beneficioso o lleva ambos ritmos a la vez.
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